No sé si con las mismas palabras, pero estoy segura de que de una u otra forma con frecuencia te preguntas «¿cómo pacificar y calmar mi mente?»
Y sabrás que dependiendo del librito que leas, encontrarás diferentes fórmulas, trucos o estrategias. Lo que sí es seguro, es que la forma más efectiva siempre será la que se sienta mejor para ti, por lo que sólo Tú tienes la respuesta correcta.
Meditación es la Respuesta
Después de hacerme esta misma pregunta por mucho tiempo llegué a la conclusión, simple pero contundente, de que la meditación es la respuesta, al menos para mí. Y con total conocimiento de causa, estoy casi segura de que también es la respuesta para Ti.
La meditación es la práctica del desapego a nuestros pensamientos y emociones. A través de ella buscamos la experiencia de convertirnos en el observador de esos pensamientos y de esas emociones para descubrir que son relativos: el verdadero «Ser» inmutable es el observador, no lo observado.
Cuando meditamos ponemos a un lado todo aquello que es accidental en nosotros mismos, nos hacemos uno con la quietud, la serenidad y tocamos así a nuestro ser trascendental, nos damos cuenta, aunque sea por instantes, de que somos la Esencia misma.
La experiencia repetida de esos instantes empieza a irradiar en nuestra vida cotidiana, a lo largo de distintos momentos y adquirimos la capacidad de distinguir lo trascendente de aquello que no lo es.
El propósito de la meditación es pacificar y calmar la mente
Si mantenemos una mente apacible, no seremos tan susceptibles a las pre-ocupaciones ni angustias y disfrutaremos de verdadera felicidad; pero si nuestra mente no está calmada, no conseguiremos sentirnos felices, aunque estemos rodeados de las mejores condiciones.
Si nos adiestramos en la meditación, iremos descubriendo en nuestro interior una paz y una serenidad cada vez mayores y disfrutaremos de una forma de felicidad que se irá volviendo más pura. Finalmente, nos sentiremos la mayor parte del tiempo dichosos, incluso ante las situaciones más adversas.
Al igual que un globo suelto en el aire se zarandea de un lado a otro al capricho del viento, nuestra mente se tambalea inestable a merced de las circunstancias externas. Si las cosas nos van bien nos sentimos felices, pero si nos van mal de inmediato nos sentimos incómodos.
Tales cambios de humor surgen porque nos involucramos en demasía con las situaciones externas. Somos como niños que al construir un castillo de arena en la playa, se llenan de excitación; pero cuando las olas lo destruyen se ponen a llorar.
Separar al observador de lo observado
Por medio de la meditación aprendemos a crear un espacio en nuestro interior y una flexibilidad y claridad mentales que nos permiten controlar nuestra mente sin vernos afectados por los cambios de las circunstancias externas.
De manera gradual, desarrollamos una estabilidad mental, un equilibrio interior que nos permite estar siempre felices, en vez de oscilar entre los extremos de la euforia y el desaliento.
Si nos adiestramos en la meditación con regularidad, llegará un día en que seremos capaces de erradicar las perturbaciones mentales, que son las causas de todos nuestros problemas y sufrimiento. De este modo llegaremos a disfrutar de la paz interna permanente.
Apartes tomados de todoterapias.com
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Interesante, ¿verdad?… Gracias por compartir! 🙂